Un momento especial
Soy yo la que escribe, pero estas palabras son las vuestras
Estas próximas fiestas, y las Navidades, parece que se presentan muy diferentes a otras. Cada año cuando escribo sobre este tema tengo la sensación que siempre repito lo mismo, me cuesta encontrar un nuevo enfoque y acabo comentando temas similares, las cosas como son. Pero ojalá pudiera transcribirlo tal cual en esta ocasión. Ojalá mi preocupación fuera no hablar de lo mismo. Pero el escenario ha cambiado, y no hace falta que recuerde cuánto.
Por eso este articulo va ser muy distinto. Este artículo sale solo, sin pensar, sin dar vueltas a las frases. Soy yo la que escribe, pero las palabras no son mías, son vuestras. Estos meses, desde que volví al trabajo en cabina después del confinamiento, me he ocupado de dejar constancia por escrito, de todas esas cosas que me habéis contado en cabina, o que me habéis escrito al día siguiente o unos días después de venir a visitarnos. Merece la pena recordarlos siempre, y han sido mi motor para seguir dándolo todo.
Además ponen de manifiesto, de forma rotunda, la importancia de esta profesión, que no me cansaré de alabar. Testimonios anónimos, no os asustéis. Confesiones que muchas veces hacéis con cierto pudor, y que no imagináis lo que significan para mí.
Vuestros testimonios
Uno de ellos, de una enfermera de la UCI, que no se atrevía a pedir cita para hacerse un lifting de pestañas. Ahí va: “Estela, qué bien hice en pensar un poco en mí por una vez, en pensar que si a mí me apetecía dar vida a estos ojos tristes, nadie tenía por qué juzgarlo. Y vaya acierto, porque los ojos es lo único que se me ve, y esta tontería me anima, me veo guapa, y salgo de mi casa con otra actitud.”
Tengo la sensación que en ese tema poco avanzamos, que se sigue viendo el “cuidarse” como una frivolidad. No es así, eso era una pequeña muestra.
O este de una mujer recién jubilada, dispuesta a exprimir la vida, ahora que tiene tiempo libre, y que de repente se topa con una enfermedad grave: “Estela, sabes que no salgo de casa, no salgo nada, porque tengo miedo, no puedo permitirme correr riesgos. Pero un día pensé en que una de las cosas que más me apetecía era tumbarme en una camilla, dejarme cuidar y disfrutar. Por eso estoy aquí, vengo con la piel hecha un desastre, haz conmigo lo que puedas.” Lo que pueda y más, qué privilegio.
Y qué me decís de esta mamá de dos niñas, que volvió allá por el mes de agosto, después de meses teletrabajando, cuidando de sus hijas en casa, y haciendo poco más: “Estela, gracias por la sesión de hoy. Ha sido como volver a la vida de antes, a la normalidad, a hacer esas cosas que llenan tanto … por un momento me olvidé de todo, fue como si nada hubiera pasado. Mi cara es otra, pero mi espíritu también.”
Sólo con un rato para una misma es posible reconectar, y después ver las cosas de otra manera.
Podría poner muchos otros testimonios. Trato a diario con decenas de personas, y por eso he querido dejar alguno de ellos como muestra o representación de lo bien que sienta cuidarse, y dedicarse un momento especial a una mismo. Porque cuando nos ocupamos un poco de nosotros, las emociones y el estado de ánimo cambian, y los que están más cerca de nosotros son los primeros que lo notan.
Por eso vuelvo a hablar de regalar belleza, de regalar bienestar, y por qué no decirlo, este año más que nunca si cabe, porque tenemos que cuidarnos, porque tenemos derecho a disfrutar, a que nos mimen y a ponernos guapos y guapas, sin sentirnos culpables. La belleza va más allá de solo usar tratamientos, lo más importante es que nos llegamos a sentir bien con nosotros mismos y, a veces, esto se consigue con pequeños detalles.
Ver la carita al descubrir una tarjeta regalo para un tratamiento de belleza no tiene precio. Pero si vierais la cara después de recibirlo, aun más. Sólo con pensar en ello, ya se disfruta, y eso no lo digo yo, también son palabras vuestras.
¡Ojalá tengamos unas felices fiestas! Y ojalá dentro de un año, en estas mismas fechas, me limite a contaros, una vez más, esas ideas de regalo con las que seguro vais a triunfar.
(Artículo de María Estela de Abajo Sanz del sábado 28 de noviembre de 2020 en LNE)