Centrémonos en el cuidado del rostro
Sin unos cuidados mínimos diarios, estarás perdiendo el tiempo.
Hoy voy a centrarme en el cuidado del rostro. Empiezo, de forma clara, con una recomendación: que nadie pierda el tiempo en sofisticados tratamientos en cabina, si no está dispuesto a cuidarse cada día en su casa. Es así, tal cual. La piel necesita ciertos cuidados diarios; unas pieles más que otras, pero hay mínimos que toda persona que desee cuidar su piel, debería cumplir. Es imposible suplir en una sesión, ni en 10, el efecto que puede tener una rutina de cuidado domiciliario cosmético diario, y bien adaptado.
Cada día, en consulta, muchas personas me confiesan todo el tiempo que han invertido en buscar su tratamiento ideal, incluso llegan con él medio decidido. Para confesarme minutos después que no se limpian la piel y directamente aplican una crema hidratante, porque no tienen tiempo … Ay … “la falta de tiempo”. Resulta contradictorio, pasarse horas en internet y redes sociales, o sacar tiempo para hacerse tratamientos en cabina, y no dedicar 3 minutos al día para limpiar y cuidar la piel.
Nos lo pintan maravilloso, pero no lo es
A quién no le ha pasado esto, leer cosas sobre un tratamiento determinado, sobre una máquina novedosa, o el lanzamiento de un suero anti envejecimiento, y quererlo, desearlo ya, porque todo pinta maravilloso, milagroso casi. Apetece coger cita al momento, y comprar lo que sea en un clic… así es, y lo entiendo perfectamente, porque ¡me hacen dudar hasta a mí!. Cuesta mucho separar lo que es puro marketing, de la realidad. Además este es un sector que siempre ha estado rodeado de falsas ilusiones, porque la estética, generalmente vive de las ilusiones de la publicidad. Nos plantan a hombres y mujeres espectaculares en los anuncios, que nos sugieren que haciendo eso, estarás así de bien tú también.
Hacen lo que quieren con nosotros. Cada vez que llega una noticia, una novedad, nos agarramos a ella con todas nuestras fuerzas, pensando que esta vez sí se ha descubierto el milagro de la eterna juventud.
Pero tenemos derecho a que nos cuente las cosas tal y como son. Sólo pido que no las adornen con reclamos publicitarios que conducen al error del consumidor y también del profesional en muchos casos. Por ejemplo, usar términos como “colágeno”, que cualquiera asocia a juventud de la piel, para hacer creer que si ingieres colágeno, rejuveneces. Pues bien, aún no se ha demostrado que así sea. Porque lamentablemente no es un coche teledirigido que uno pueda conducir sin más donde quiera, para llevarlo a una arruga o a la flacidez del cuello. Otro ejemplo, es recurrir al “oro” para llegar a un público atraído por el lujo. Considero que no es necesario, que sería más positivo ser transparente en los “reclamos publicitarios”, porque aunque no pongan en riesgo la salud, sí afectan a muchos bolsillos, y dañan la imagen del sector.
Ser usuario o leer mucho, no te convierte en experto
Lo que no cambia y de verdad importa en el cuidado de la piel, son sus necesidades. La piel sigue teniendo sus mismas capas, estructuras, funciones y también alteraciones: y, por tanto, las mismas necesidades, que varían claro está a lo largo de la vida y de forma diferente según las personas. En el cuidado facial, la alimentación y los hábitos saludables de vida, en general, funcionan. Así como funciona la cosmética, teniendo en cuenta la efectividad y la compatibilidad de los productos con cada piel. Eso es lo que hará tener una piel más sana y bonita. Y si queremos más, entonces podemos recurrir a los tratamientos en cabina. Y para esto, un último consejo, esta vez en forma de refrán: vale más un continuo, que cien reventones. Constancia. Sentido común.
Desde siempre, hemos escogido un camino diferente. Pero con una misión muy clara, centrarnos realmente en lo esencial de los tratamientos de belleza y del cuidado de la piel. Siempre fieles a la belleza con cabeza. Para ello ha sido necesario recorrer un largo camino, 47 años nada más y nada menos. Conclusión. En belleza no basta con estar informado. Ser usuario o leer mucho no te convierte en un experto. Para ello son necesarios tres aspectos: información, formación y criterio. El primero hoy en día es relativamente fácil de conseguir. Los otros dos, sobra decirlo, cuestan mucho más. Reflexionemos.
(Artículo de María Estela de Abajo Sanz del sábado 13 de marzo de 2021 en LNE)